lunes, 16 de julio de 2007

No hay límites para el tiempo, puedes empezar cuando quieras


Hay días en que despiertas con esa extraña sensación de que aquel día no será igual que ayer, algo especial trae consigo, algo sucederá que te sacará de esa horrible rutina a la que ya te has acostumbrado. Te incomoda el no saber qué ocurrirá, pero a la vez te agradan esos pequeños misterios de la vida... te levantas algo intrigado, buscas ropa en tu armario, estás en la ducha, pero siempre pensando en aquel momento que hará especial tu día. ¿Será algo bueno o malo? ¿o sólo un instante especial en que todo lo que siempre ha sido importante dejará de serlo para vivir una experiencia nueva? ¿o tal vez será algo que cambiará tu vida para siempre?... tratas de adelantarte a los hechos, imaginando una y mil cosas, de pronto el miedo se apodera de ti y comienzas a pensar que ese tipo de sensaciones en realidad no existen y te sientes como un tonto. Comienza tu día y todo parece normal... o en realidad, ¿a qué llamamos normal? ¿a lo que hacemos frecuentemente? ¿pero quizás sea anormal para una persona que vive en el otro extremo del mundo?... mejor dejemos fuera aquella palabra un tanto ambigua si se quiere... Entonces... comienza tu día y no hay diferencias entre hoy y ayer, todo marcha como de costumbre, sin embargo, estás atento en cada cosa que haces, en cada momento; porque en el fondo, aunque quieras engañarte, sabes que algo está por suceder. Llega la noche, te acuestas, recuerdas tu día y te das cuenta que nada ha cambiado, todo ha sucedido tal cual esperas que suceda día a día. Sientes algo de frustración, a pesar de los miedos que te invadieron en algún momento, en el fondo querías que algo distinto te sucediera. De pronto comienzas a recordar más detalladamente, momento a momento, y piensas en el maldito "si yo hubiese": si no hubiese tomado el metro, o si me hubiese bajado en una estación distinta a la de costumbre, si mejor hubiese caminado sin rumbo alguno, si hubiese entablado una conversación con el chico que se sentó en la mesa de en frente en el café literario, si me hubiese ido al terminal de buses a comprar un boleto a cualquier lugar lejos de aquí, ¿cuántas cosas nuevas me esperarían allí?... Y de pronto te das cuenta que ese "instante" que tanto esperaste, dependía tan sólo de ti, de cambiar un "no" por un "sí, de en vez de doblar a la derecha, doblar y caminar hacia la izquierda.
A veces las responsabilidades nos obligan a seguir una rutina que muchas veces odiamos, pero que nos envuelve en un miedo a conocer y vivir algo distinto... y así se nos va la vida, queriendo vivir y sin hacerlo en lo absoluto. Y es aquí donde recuerdo un frase de Oscar Wilde que leí una vez que visité una librería, tomé un libro y abrí una página al azar, en aquella página decía:
"Lo menos frecuente en este mundo es vivir. La mayoría de la gente existe, eso es todo". Un momento que jamás olvidaré, fue un año nuevo en que visité la casa de una amiga y su padre, un tanto mayor, dijo: "uno celebra el año nuevo, y es un año menos de vida que tenemos". Yo refutaría aquella expresión, sólo porque creo que podríamos decirlo de un modo distinto: "uno celebra el año nuevo, porque es 1 año más que la vida nos ha regalado", un año en que podemos cambiar todo lo que nos hace infelices y para lo cual sólo necesitamos un momento en el que nos decidamos a hacerlo y en el que no importa que nos estemos sintiendo víctimas del pasado y del presente, porque de una cosa debemos estar seguros: somos los únicos dueños de nuestro futuro. Hay cosas que engrandecen el alma, alegran la vida y recuerdan que cada momento es especial.

lunes, 14 de mayo de 2007

Lluvia de Otoño


Camino sin rumbo alguno, veo gente pasar a mi lado, ¿cuántas historias distintas se cruzan en mi camino? No me importa… sólo quiero escuchar las hojas secas al pisarlas en una tarde de otoño. Comienzo a recordar aquellos momentos que pasé a tu lado, muchas veces queriendo abrazarte, besarte, decirte cuánto te quise, cosas que jamás hice… me conformaba tan sólo con ver nacer una sonrisa de tu rostro. Cuando llegaba la tarde esperaba con ansias verte, no importaba ninguna otra cosa… todo lo demás podía esperar. Jamás imaginaste cuántas cosas estuve dispuesta a hacer por ti ¿por qué?... Porque seamos sinceros, nunca te importó… vivíamos cada momento como una amistad cualquiera, aquella frase que en ningún momento debíamos olvidar… “éramos sólo amigos”, pero lo hicimos… la olvidamos… aquellos momentos en que más deseé detener el tiempo, en que olvidaba por completo todo aquello que nos rodeaba… sólo éramos tú y yo… tú como el hombre a quien yo tanto quería (digo quería, porque ya no estoy segura de haberte amado realmente) y yo tan sólo como tu amiga con la que tuviste un “desliz”. Ahora todo aquello acabó, por un momento sentí que al perderte, perdía también mi vida… pero de a poco descubrí que era imposible perder algo que nunca tuve, porque mal que mal, nunca fuiste mío… ¿Cómo podía ser tu amiga? Si cada vez que estaba contigo me olvidaba del mundo entero… luego mi amor por ti se transformó en una espera que parecía eterna, pero que afortunadamente no lo era… aquel día en que tenías que saber todo aquello que alguna vez sentí por ti llegó… querías hacer parecer que te importaban todas aquellas palabras que, llenas de amor, esperanza, miedo y angustia, salían de mi boca; pero en el fondo yo sabía que no era así… simplemente pasaba a ser una “amiga más”, pero con la que obviamente no podías seguir compartiendo, ése era mi gran miedo, perderte también como amigo… ahora mi problema era ¿cómo sacarte de mi cabeza? Y más difícil aún… ¿cómo sacarte de mi corazón?... que tonta me sentía, ¡sufriendo por un hombre! Deseé no haberte conocido, pero no hay nada que ocurra porque sí...

Tal vez el dejar de verte ha sido el principal ingrediente en este olvido, en realidad no lo llamaría así, porque olvidar es un tanto extremo y creo que a pesar de todo el dolor que me hiciste sentir, hubo momentos que no quiero olvidar... mal que mal, algo espero haber aprendido de este amor que tan oculto tuve, porque cada instante que pasaba junto a ti, me sentía la mejor de las actrices… Pero ya sabes mi secreto mejor guardado, y probablemente ya ni te acuerdes que algún día me senté a tomar un café contigo…

Ahora… en esta fría tarde de otoño y mientras la lluvia cae sobre mi rostro llevándose todo el dolor que tenía en mi corazón y todos esos momentos llenos de lágrimas que derramé por ti y que jamás pensé derramar, confieso que vuelvo a vivir, vuelvo a creer en la vida, en el amor y en los hombres… no fue fácil, pero tampoco imposible como en algún momento pensé… tal vez algún día pueda verte como una experiencia enriquecedora y me atreva a decir que fuiste mi primer amor, no lo sé… sólo puedo decir que ahora estoy frente a un horizonte lleno de nuevas experiencias que estoy ansiosa por vivir…